Afilar el hacha |
Árboles frescos y profundos,
rosas de colores
al pie de la tierra.
Un camino verde y largo
para pasear las ganas
y cantar las penas.
Rojo en el alma,
miedo en la cesta.
Pies atrevidos
y corazón valiente.
Acecha un hocico curioso
el andar de los pasos bailarines.
Ojos amarillos...
¿de qué color es alguien que está solo?
Corazón rojo,
profundidad de bosque negra,
flores brillando bajo la luna llena y
se cruzan, al fin,
dos seres de hierba.
Uno aborda de puntillas
como si flotara...
el otro cabalga apurado,
pura energía, es su estado.
Ronda de pasos,
aliento y hambre,
coreografía salvaje
para medirse con la vida
y con los árboles.
¡Qué orejas tan grandes tienes!
Qué diminutos tus pies.
¡Qué ojos más grandes para mirarme!
Cuánta piel desnuda, no paras de temblar.
Qué nariz tan grande asoma...
¿Por qué llevas una capa roja?
¡Qué dientes más largos tienes!
Tengo hambre ¡Dame lo que tienes!
Comamos juntos, tengo pasteles,
pasteles y palabras
para entenderte.
Hay un lobo en el bosque
al que no temo.
Hay una persona en el bosque
a la que no quiero comerme.
Hagamos un corazón de hierbas y flores
para recordarnos
porque
cuando la lluvia lo borre
ya lo habremos olvidado.
¡A otro lobo
y a otras rosas!
Ana
Martín
Hace un año y medio en el estudio |
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